Sobre el lobo

Una especie única

Sobre el lobo

El lobo (Canis lupus) es un cánido poco especializado, social, adaptable y con gran capacidad de recuperación, lo que le ha permitido escapar de la extinción a pesar de la severa persecución a la que se ha visto sometido. El lobo es el cazador de ungulados más extendido del hemisferio norte. Su tendencia a matar ganado (una característica propia de todos los cazadores de ungulados) le ha procurado la animadversión de las sociedades rurales y le ha convertido en un animal intensamente perseguido desde hace siglos, lo que ha reducido sus poblaciones o ha causado su extinción en las zonas más pobladas de su área de distribución.

Durante muchos años los lobos se consideraron como animales propios de zonas remotas y deshabitadas, pero en las últimas décadas hemos visto cómo se adaptan a vivir en zonas muy humanizadas de España, Italia, Alemania y los Estados Unidos. Al aumentar la tolerancia de la sociedad hacia la especie, los lobos han demostrado que no tienen problemas para convivir con el hombre; es la persecución implacable la que ha relegado a los lobos a los lugares más despoblados del planeta.

Las razones de la recuperación de los lobos tras reducirse su persecución hay que buscarlas en su gran capacidad de adaptación y en su elevada fecundidad. Para empezar, el lobo puede vivir es una asombrosa variedad de hábitats. Dentro de su vasta área de distribución mundial (que hasta principios del siglo XX incluía la mayor parte de Eurasia y Norteamérica) los lobos ocupan desde las áreas más septentrionales del planeta hasta los tórridos desiertos de Arabia o Israel (la presencia de Canis lupus en el norte de África está en la actualidad descartada).

Una especie única

Sobre el lobo

El lobo (Canis lupus) es un cánido poco especializado, social, adaptable y con gran capacidad de recuperación, lo que le ha permitido escapar de la extinción a pesar de la severa persecución a que se ha visto sometido. El lobo es el cazador de ungulados más extendido del hemisferio norte. Su tendencia a matar ganado (una característica propia de todos los cazadores de ungulados) le ha procurado la animadversión de las sociedades rurales y le ha convertido en un animal intensamente perseguido desde hace siglos, lo que ha reducido sus poblaciones o ha causado su extinción en las zonas más pobladas de su área de distribución.

Durante muchos años los lobos se consideraron como animales propios de zonas remotas y deshabitadas, pero en las últimas décadas hemos visto cómo se adaptan a vivir en zonas muy humanizadas de España. Italia. Alemania y los Estados Unidos. Al aumentar la tolerancia de la sociedad hacia la especie, los lobos han demostrado que no tienen problemas para convivir con el hombre; es la persecución implacable la que ha relegado a los lobos a los lugares más despoblados del planeta.

Las razones de la recuperación de los lobos tras reducirse su persecución hay que buscarlas en su gran capacidad de adaptación y en su elevada fecundidad. Para empezar, el lobo puede vivir es una asombrosa variedad de hábitats. Dentro de su vasta área de distribución mundial (que hasta principios del siglo XX incluía la mayor parte de Eurasia y Norteamérica) los lobos ocupan desde las áreas más septentrionales del planeta hasta los tórridos desiertos de Arabia o Israel (la presencia de Canis lupus en el norte de África está en la actualidad descartada).

Adaptabilidad y supervivencia

El lobo en España

En España, los lobos pueden vivir también en gran variedad de hábitats, desde las solitarias montañas cantábricas hasta las llanuras cerealistas castellanas o las pobladas regiones del occidente gallego.

Los lobos han sido perseguidos en todos los países para evitar daños al ganado. La especie ocupaba prácticamente toda la península ibérica hasta finales del siglo XIX, pero en el siglo XX comenzó un rápido declive a causa de la proliferación de carreteras y armas de fuego, y a las campañas organizadas de envenenamiento. Hacia 1970, los últimos lobos españoles quedaron acorralados en las zonas más agrestes de nuestra geografía: las montañas del noroeste, a lo largo de la frontera con Portugal y Sierra Morena. Cuando parecía que el lobo se iba a extinguir de España, como había ocurrido ya en muchos países de la Europa occidental, la nueva conciencia conservacionista y la recuperación de la vegetación natural y de los ungulados silvestres que produjeron como consecuencia del éxodo rural, salvaron al lobo y le permitieron reconquistar parte del terreno perdido. En las décadas de los 80 y los 90 los lobos se expandieron de forma muy notable. Posteriormente esta recuperación ha continuado aunque de forma muy ralentizada.

En 2018, el lobo ocupa unos 115.000 km2 en el noroeste de España, donde hay unas 300 manadas reproductoras, lo que viene a representar quizás unos 2.000 individuos. A estos lobos hay que añadir las 60 o 65 manadas que viven en el noreste de Portugal, formando parte de la población ibérica, que constituye la mayor población de lobos de Europa occidental.

Adaptabilidad y supervivencia

El lobo en España

En España, los lobos pueden vivir también en gran variedad de hábitats, desde las solitarias montañas cantábricas hasta las llanuras cerealistas castellanas o las pobladas regiones del occidente gallego.

Los lobos han sido perseguidos en todos los países para evitar daños al ganado. La especie ocupaba prácticamente toda la península ibérica hasta finales del siglo XIX, pero en el siglo XX comenzó un rápido declive a causa de la proliferación de carreteras y armas de fuego, y a las campañas organizadas de envenenamiento. Hacia 1970, los últimos lobos españoles quedaron acorralados en las zonas más agrestes de nuestra geografía: las montañas del noroeste, a lo largo de la frontera con Portugal y Sierra Morena. Cuando parecía que el lobo se iba a extinguir de España, como había ocurrido ya en muchos países de la Europa occidental, la nueva conciencia conservacionista y la recuperación de la vegetación natural y de los ungulados silvestres que produjeron como consecuencia del éxodo rural, salvaron al lobo y le permitieron reconquistar parte del terreno perdido. En las décadas de los 80 y los 90 los lobos se expandieron de forma muy notable. Posteriormente esta recuperación ha continuado aunque de forma muy ralentizada.

En 2018, el lobo ocupa unos 115.000 km2 en el noroeste de España, donde hay unas 300 manadas reproductoras, lo que viene a representar quizás unos 2.000 individuos. A estos lobos hay que añadir las 60 o 65 manadas que viven en el noreste de Portugal, formando parte de la población ibérica, que constituye la mayor población de lobos de Europa occidental.